Queridos hijos, soy la Inmaculada Concepción. Antes de que el Dios eterno comenzara Su obra en la creación, yo estaba en Sus planes. Fui elegida y preparada antes de mi existencia. El Señor anticipó la redención para que yo fuera preservada de la mancha del pecado, provocada por la desobediencia de Eva y Adán. Antes de que se creara cualquier ser vivo, el Señor preparó mi ser para recibir el Verbo. En Cristo, toda la humanidad recibió la oportunidad de la salvación. La obra de la redención deseada por Dios comenzó antes de todas las cosas creadas. El Dios eterno que todo lo sabe sabía que, debido al mal uso de la libertad, la humanidad entraría en decadencia espiritual. Yo soy vuestra Madre Corredentora y vine del Cielo para llamaros a la santidad. Esforzaos por vivir en la gracia y en el amor del Señor. Todo en esta vida pasa, pero la gracia de Dios en vosotros será eterna. Buscad, ante todo, los tesoros del Cielo. Dadme vuestras manos y yo os conduciré a Mí Hijo Jesús. ¡Valor! Estad atentos y vigilantes. El futuro estará marcado por graves conflictos espirituales, pero la victoria será del Señor y de sus elegidos. ¡Adelante sin miedo! Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.