Queridos hijos, Yo soy vuestra Madre y he venido del Cielo para ofreceros Mi Amor. Abrid vuestros corazones y aceptad la Voluntad del Señor para vuestras vidas. No os crucéis de brazos. Dios tiene prisa. Lo que tengáis que hacer, no lo dejéis para el mañana. Estad atentos. Dedicad parte de vuestro tiempo a la oración y a la escucha de la Palabra de Dios. Buscad en primer lugar aquello que es del Cielo. No permitáis que las cosas del mundo causen ceguera espiritual en vuestras vidas. Aún veréis horrores en toda parte porque los hombres se han alejado del Creador. Volveos. Mi Señor os ama y os espera. Dadme vuestras manos y Yo os conduciré al Cielo. ¡Coraje! Después de todo el dolor, vendrá para vosotros gran alegría. Confiad en el Poder de Dios y todo acabará bien para vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.